CARLOS SE ABURRE EN EL TRABAJO

Fernando Botella, CEO de Think&Action

Está pensando en las vacaciones de verano una vez más. Su jornada laboral se debate entre la lectura de prensa diaria, las redes sociales y los ratos arañados a Internet para hacer lo imprescindible desde su mesa de trabajo. Carlos vive por y para los fines de semana y las vacaciones, reservando la mayor parte de su energía e ingenio para cuando salga por la puerta de la oficina. Pero la realidad es que un buen porcentaje de su día transcurre en ese puesto de trabajo, en el que ha decidido ir marchitándose lentamente… nueve horas al día, cinco días a la semana, para llegar a un fin de semana que no siempre está a la altura de sus expectativas y que en muchas ocasiones incluso le hace preguntarse si realmente ha merecido la pena esperar al viernes por la tarde.

Carlos hace mucho tiempo que en su trabajo se había despedido ya a sí mismo, había practicado un “despido interior”, en mi opinión, el peor de los despidos posibles.

Cuando me tropiezo con un Carlos, me gusta preguntarle quién es el principal perjudicado de que su vida profesional tenga un pulso tan débil. Suelen responder con desgana. Pero la pregunta puede hacerle confrontar la realidad. El mismo es el principal afectado, el que sufre en sus carnes cada tedioso día repitiendo una y otra vez, como si del día de la marmota se tratase. Él es el principal interesado en un cambio de vida consiguiendo que su tiempo de trabajo no se plantee como una pesadilla, sino como lo que realmente debería ser, tiempo de disfrute. Tiempo de desarrollo, de crecimiento personal, de nuevas experiencias, …Porque no lo olvidemos, nuestro enriquecimiento personal y desarrollo es bueno para la empresa y a la inversa. Cuando aumentamos nuestros conocimientos o fortalecemos nuestras habilidades estamos haciendo crecer a la organización para la que trabajamos pero, sobre todo, nos estamos haciendo el mejor de los favores a nosotros mismos: mantener nuestro aprendizaje en modo “vivo”. Parte de ese conocimiento nuevo adquirido se quedará en la organización, materializado en nuevos proyectos. Y la mayor parte de ese poso viajará con nosotros para siempre, alumbrando un poco más nuestro camino personal y profesional. Por mucho que nos empeñemos en separar esfera personal y profesional, ambas corren demasiado parejas como para trazar fácilmente líneas rojas de separación.

No siempre es fácil auto-motivarse cuando consideramos que el entorno acompaña poco. Pero los esfuerzos en esta línea siempre tienen recompensa. Por eso, ante los ataques de desidia, que todos sufrimos alguna vez, creo que hay que responder con el mayor gasto energético posible. Primero revisando nuestras motivaciones, las que nos permiten levantarnos e ir cada día al trabajo. Volver a ahondar en el PARA QUÉ de lo que hacemos; conociéndolo bien seguramente nos ayudará a sobrevivir a estímulos externos negativos, aportando un poco más de contenido real a lo que hacemos.

Una vez que hayamos arrancado seguramente será más fácil sacar de dentro las ganas y la fuerza para seguir avanzando. La automotivación es como la inspiración, curiosamente suele aparecer cuando estamos en el tajo, no mientras la esperamos. Cuando nos preocupa no nos ocupa. Y al revés, al estar ocupados, nos despreocupamos.