LOS GRANDES EMPRESAS QUIEREN EMPRENDEDORES ENTRE SUS “FILAS”

Fernando Botella, CEO de Think&Action

En un momento en el que emprendimiento es una palabra que suena con fuerza, como uno de los motores de la recuperación y renovación del país, las grandes empresas no pierden de vista y aprenden de lo bueno que se está haciendo desde algunas de las más jóvenes start up españolas. Estas nuevas empresas tal vez sean modestas en recursos, pero sin duda son ricas en imaginación, compromiso, entusiasmo y capacidad de asumir riesgos. Tres cualidades muy necesarias, esenciales, para el éxito de cualquier proyecto, ya se trate una pyme, micro pyme que opera a nivel local, o de un trasatlántico corporativo con miles de empleados y sedes en todo el mundo.

No es ningún secreto que existen algunas cualidades en las pymes, y concretamente en las start up, que las grandes envidian y por las que no dudarían en sacrificar buena parte de sus imponentes cuentas de resultados. La flexibilidad y versatilidad de la que hacen gala las pequeñas son dos de esas virtudes a las que aspiran estas corporaciones, muchas veces lastradas por estructuras pesadas que ralentizan su capacidad para adaptarse a los repentinos cambios del mercado y a perder el “papel” de avanzadilla innovadora, que caracterizan a los actuales entornos VUCA. Su capacidad de innovación y su determinación para perseguir una idea contra viento y marea es otra de esas habilidades codiciadas. Y es que a la gran multinacional plenamente consolidada también le gustaría disponer de profesionales con el espíritu y la frescura entre sus “filas” como si cada día se tuvieran que enfrentar a un proyecto recién nacido.

Tal vez por esta razón, desde hace unos años, en muchas grandes empresas se está tratando de fomentar ese mismo talante emprendedor entre sus empleados. Para ello, se anima y ayuda a estos trabajadores a que pongan en marcha sus propios proyectos empresariales dentro de la empresa. Se trata así de combatir el conformismo que conlleva saberse arropado por una gran maquinaria, que parece funcionar sola y en la que las aportaciones y la asunción de riesgos individuales quedan diluidos. También se quiere sacar a estos profesionales del letargo de su zona de seguridad para impulsarlos a un nivel de mayor auto exigencia en el que puedan ofrecer lo mejor de sí mismos.

La iniciativa no es nueva ni tampoco privativa de las grandes empresas. Nació hace muchos años en el seno de las pequeñas y medianas empresas con una función puramente pragmática. Era ese taller de carpintería que se libraba de restos de stock inmovilizado permitiendo a sus empleados que se los llevaran a casa para trabajar en sus proyectos. O esa franquicia de tiendas de moda que obtenía un ingreso extra cediendo a sus franquiciados una parte de la tienda para que expusieran allí a la venta sus propias creaciones.

El nuevo modelo de intra-emprendimiento mezcla con habilidad ese pragmatismo con otros beneficios más intangibles y que están relacionados con la satisfacción y el compromiso del trabajador. El primer de objetivos se materializa en el hecho de que implica a toda la organización en los procesos de I+d, con el indudable beneficio que esto conlleva. Muchas de estas aportaciones de los trabajadores acaban convirtiéndose en productos y servicios viables para la compañía que tienen un efecto directo en la facturación. El segundo, no menos importante, es el resultado de que ese profesional se siente escuchado y valorado por su organización. De que percibe que su aportación cuenta y que sus iniciativas individuales no caen en saco roto.

De no sentirse una gota en medio del océano.

De sentirse, a fin de cuentas, un emprendedor.