¿Quién no se ha sentido alguna vez en su vida apático en su trabajo? Superado por la rutina y la falta de propósito. Agobiado por la sensación de estar esforzándose de manera inútil y sin sentido día tras día, malgastando su tiempo y su talento, como un Sísifo moderno, de nueve a cinco.
Si te has visto reflejado por esta situación, antes de empezar a sentirte culpable, has de saber que sentir algo de aburrimiento en el trabajo es una sensación perfectamente normal. Les pasa a todas las personas y en todas las profesiones alguna vez en su vida. Es inevitable. Es humano.
¡Y también es peligroso! Si se cronifica.
Lo es si ese pasotismo al que nos empuja la sensación de estar atrapados por un trabajo que aparentemente no nos lleva a ninguna parte deja de ser algo puntual (nadie está a salvo de un mal día, una mala semana o hasta de un mal año) para convertirse en una situación crónica que se prolonga en el tiempo.
Sentir apatía en el trabajo es un síntoma claro de desenganche del proyecto empresarial, y puede ser la antesala de una caída en nuestra productividad e impacto en la empresa, de una progresiva irrelevancia en el desempeño de nuestra profesión, de pérdida de la confianza de nuestros mandos y, finalmente, de un despido. Por no hablar de las consecuencias para nuestra salud mental, en forma de depresión y otros trastornos, que pueden acarrear estos procesos.
El peligro de caer en ese territorio es que nos hace perder valor profesional a marchas agigantadas, amenaza nuestra empleabilidad en caso de salir de nuestro actual puesto y nos conduce a una espiral negativa difícil de revertir. Y eso, en unos entornos profesionales gobernados por la incertidumbre y la volatilidad, es muy arriesgado.
La buena noticia es que la apatía en el trabajo se puede superar. Estas son algunas claves para volver a sentirnos profesionales valiosos y motivados.
- Identifica los síntomas. Antes de emitir un diagnóstico, convine fijarse en las señales. ¿Te cuesta concentrarte en las tareas? ¿Te aburres haciendo que antes te gustaba? ¿Te sientes bloqueado y sin alicientes? ¿No te sientes identificado con los objetivos de la empresa?
- Pide ayuda. Si la respuesta a alguna una o más de estas cuestiones es “sí”, antes de dejarte arrastrar por la indolencia, pide ayuda a tu empresa, a tus compañeros, a tus jefes, a un mentor, a un coach… Porque es muy posible que te puedan ayudar con alguna de esas demandas.
- Traza un plan. La llamada de socorro es oportuna y es necesaria, pero siempre que forme parte de un plan mayor para revitalizar tu carrera. En ese plan no deben faltar unos objetivos medibles, retadores y conseguibles, así como una estrategia y una serie de acciones calendarizadas para conseguirlos.
- Fórmate. En muchas ocasiones la apatía viene por una sensación de estancamiento o por la frustración de no poder/saber hacer lo que nos gustaría hacer o lo que se espera de nosotros que hagamos. Ambos problemas se pueden comenzar a resolver desde la formación. Pide a tu empresa esa capacitación upskilling o reskilling que te ayude a convertirte en una versión mejor de ti mismo. Y si tu empresa no te la facilita, procúratela tú.
- Motívate. Nadie más puede hacerlo. Tú empresa puede poner los medios para que te sientas a gusto en el trabajo, en un ambiente seguro, respetuoso y agradable. Pero la única persona que puede sentirse realizada e ilusionada con su trabajo eres tú mismo. ¿Cómo? Busca desafíos retadores. ¿Qué estás harto de hacer siempre lo mismo? De acuerdo. ¿Y si buscas nuevas formas de hacer mejor eso que siempre hacías? ¿Y si te propones ser el mejor en eso que siempre hacías?
- Cambia. Pero si ninguna de estas estrategias te funciona, antes de incurrir en la apatía laboral y destruir tu reputación como profesional confiable y comprometido, plantéate seriamente cambiar de trabajo. Toma la decisión, ponte en marcha y, llegado el momento, comunícaselo con honestidad y claridad a tu empresa. Pero rindiendo a tu máxima capacidad hasta el último día. Así saldrás por la puerta grande y sin perder ni un ápice de tu valor profesional.
Fernando Botella, CEO de think&action